miércoles, 12 de junio de 2013

Pasión por los fogones

Hola bloggeros, soy Juan Alexis, os voy a contar la historia de un entretenimiento que surge del aburrimiento, de esos momentos en que no sabes qué hacer y experimentas cosas nuevas que llenen el vacío que deja no tener que estudiar.

Todo comenzó por allá los diez años, en un momento en que no había nadie en casa. Momento que fue esencial para descubrir mi afición; indispensable era que mi madre no estuviera en casa porque de ser así me habría llegado la muerte. Mi madre es una de esas personas que lo tienen todo muy ordenado y limpio, y la experiencia me ha demostrado muchas veces que si ensucio, la pago y no suavemente. Bueno, pues continuo con la historia: en el sofá me encontraba, nada había qué hacer, dos horas quedaban para cenar y de repente..., una idea se me viene a la cabeza: esa noche haría yo mi cena. Pero ¿qué preparar, qué cocinar? Solución: conecté el ordenador y busqué recetas de cocina. Un infinito mundo de posibilidades se habría ante mi, entre tantas posibilidades surgió la duda y a punto estuve de echarme atrás. Multitud de recetas y sin saber cuál elegir, me encontraba desesperado, pero no me eché a llorar. 

Mis huevos, en la nevera


La salvación llegó cuando encontré el apartado de los huevos, decía tal que así: "Recetas con huevos". Nunca tan pocas palabras han hecho tanto bien. Me acerqué a la nevera y..., había huevos de sobra. 
Ahora solo quedaba elegir la receta y como la luz en un túnel, encontré un apartado de recetas fáciles. Un solo click y, sonaron los tambores, haría huevos a la flamenca. 
Necesitaba guisantes, patatas, pimientos, cebollas y tomates, no me atrevía a manejar tantos ingredientes y elegí hacer la receta con los dos últimos nombrados. De momento la receta pintaba bastante mal, o peor, bastante cutre. A peor fue, cuando me   di cuenta de que al lado de los ingredientes se indicaba la cantidad, en gramos, para mi una unidad desconocida. Y sin hacer caso a los ingredientes e ignorando las proporciones, me dispuse a cocinar. En una cazuela freí cebolla, añadí tomate previamente rayado y eché unas especias sin saber que eran por el hecho de añadir. Finalmente, llegado a este punto solo quedaba freír el huevo. La aventura resultó ser un desastre y la comida acabó en la basura.
Tras practicar durante años en mis ratos libres, ahora ya se freír un huevo y me atrevo con recetas un poco más complejas: desde bechamel, hasta lasañas, pasando por tortitas y pasteles.
Muchos de los experimentos, de los que no me siento orgulloso, han acabado en la basura o en el váter, para que no los descubriera mi madre, pero creo que de todos los errores cometidos he podido aprender algo que me ha hecho mejorar en al arte de cocinar, y que para mi es uno de los más divertidos entretenimientos que puede haber. Os invito a que os iniciéis en el maravilloso mundo de la cocina y que consultéis recetas que os animen haciendo click AQUÍ
Siempre investigando nuevas formas, nuevas recetas, y aunque no siempre salen bien, nunca me desanimo y se que siempre puedo contar con la ayuda de mi madre que intenta enseñarme en algo en lo que ella es una verdadera experta.

Yo ya he hecho la prueba y os dejo un nuevo experimento que no acabó como esperaba.