El teatro es todo un acontecimiento en sí mismo: hay algo especial los días de función. Siempre, incluso hacer la cola tiene algo de especial, entrar, esperar hasta que empiece la obra, buscando conocidos con la mirada, disfrutando de los maravillosos edificios que, por suerte, utilizamos en Valencia como teatros: el Teatro Olympia, el Principal... Incluso los teatrillos para niños que se organizan los domingos en La Beneficencia tienen algo que los hace tan especialmente especiales.
Desde las obras amateur más pequeñas hasta las superproducciones operísticas apoteósicas, está siempre presente la magia inherente a una interpretación, en la que vives -felizmente- una gran mentira, una pantomima donde alguien hace como si sintiese sentimientos que no le pertenecen, encuadrados en una historia que no le pertenece.
El género que más me gusta dentro del teatro es el musical, que no son más donde producciones teatrales donde, además de actuar, se canta y se baila, sumándole más dificultad a la que inherentemente tiene cualquier tipo de interpretación.
Una de las clases de teatro a las que asistí. |
Además, y por último, es un mundo donde he conocido a gente extraordinaria, en un ambiente que tiende a lo ordinario. Gente especial, la vida de las cuales han sido tocadas por el teatro, para hacerlas únicas y originales, para llevar mejor la realidad, o para, simplemente, divertirse. Gente rara, gente normal; gente igual que, cuando llega el momento, se despojan de sí mismas, adoptan una máscara y hacen lo que más les gusta: representan.
En definitiva, el teatro, es para mí más: sacar más de la vida y sacar más de la ficción. Disfrutar más de ellas, y, al final de todo, ser más.